Violeta Parra

Violeta Parra

Puerto Mont Está Temblando
nível intermediario
D6                 D6/7 
Puerto Montt está temblando 
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con un encono profundo: 
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es un acabo de mundo 
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lo que yo estoy presenciando. 
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A Dios le voy preguntando, 
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con voz que es como un bramido, 
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por qué mandó este castigo. 
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Responde con elocuencia: 
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«Se me acabó la paciencia 
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y hay que limpiar este trigo». 

A capela: 
Se me borró el pensamiento; 
mis ojos no son los míos. 
Puedo perder el sentí’o 
de un momento a otro momento. 
Mi confusión va en aumento; 
soy una pobre alma en pena. 
Ni la más dura cadena 
me hubiera afligí’o tanto, 
ni el mayor de los espantos 
congelan así las venas. 

Interludio 
  
(D6)             D6/7 
Estaba en el dormitorio 
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de un alto segundo piso 
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cuando principia el granizo 
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de aquel feroz purgatorio; 
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espejos y lavatorios 
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descienden por las paredes. 
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«Señor, ¿acaso no puedes 
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calmarte por un segundo?» 
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Y me responde iracundo: 
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«Pa’l tiburón son las redes». 

A capela: 
No hay palabras en el mundo 
para explicar la verdad, 
ni talento, en realidad, 
pa’ penetrar en profundo. 
Qué viento más iracundo, 
qué lluvia tan alarmante, 
qué pena tan abundante, 
¿quién me da la explicación? 
Solo el sabio Salomón, 
pero se halla tan distante. 

Interludio 
  
(D6)                  D6/7 
Del centro salté a la puerta 
         A7              D6 
con gran espanto en el alma, 
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rugando por una calma, 
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pero el temblor va en aumenta. 
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Todo a mis ojos revienta, 
      A7           D6 
se me nubla la cabeza 
    A7                  D6 
del ver brincar en la pieza 
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la estampa de San Antonio 
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diciendo: «Muera el demonio 
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que se anda haciendo el que reza». 

A capela: 
La mar está enfurecí’a, 
la tierra está temblorosa: 
¡qué vida tan rencorosa 
los trajo la atardecida! 
Con una angustia crecida 
le estoy pidiendo al Señor 
que detenga su rencor 
tan solo por un minuto. 
Es un peligro este luto 
pa’l alma y el corazón. 

Así fue, señores míos, 
la triste conversación 
que en medio de aquel temblor 
sostuve con el Divino. 
Cuando pasó el torbellino 
de la alvertencia final, 
bajito empezó a llorar 
mi cuerpo resucita’o 
diciendo: «Dios ’tá indina’o 
con la culpa terrenal». 

(D6)                 D6/7 
Me aferro con las dos manos 
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en una fuerte manilla, 
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flotando cual campanilla 
  A7           D6    A7 - D6 
o péndulo dispara’o. 
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«¿Qué es esto, mi Dios amado?», 
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dije apretando los dientes. 
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Pero Él me responde hiriente: 
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«Va a ser mayor el castigo 
                 D6/7 
para el mortal enemigo 
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del pobre y del inocente

Enviado por: Gustavo Silva

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